viernes, 9 de noviembre de 2012

¡FELIZ DIWALI!



El martes celebraremos en India el día de la Luz. Es la fiesta más importante y las casas se llenan de luces para atraer la buena fortuna. Es algo parecido a nuestra Navidad. Las familias se reúnen, rezan juntas, hacen ofrendas a sus dioses, comen juntas, estrenan ropas nuevas. Los días anteriores las casas se preparan para ese día: se limpian con esmero, se adornan con velas y antorchas, se cocinan dulces y comida especial.

Más de una vez me he sorprendido escuchando la misma pregunta: ¿estás aquí sola? ¿Y tu familia? Cuando les respondo que están todos en España, me miran con tristeza, casi con lástima, diría yo. Para ellos es inconcebible estar lejos de los seres queridos, de la familia, de los amigos… Si ellos supieran la de personas solas que hay en España y no hablo solo de presencia física, me refiero a la incomprensión, a la incomunicación, a la falta de afecto, de respeto… ¿quiénes somos nosotros para juzgar a nadie? En una iglesia católica de Bombay, leí desde el autobús, en un cartel enorme que había en la entrada, algo así como no juzgues a nadie porque tus palabras no lo definen a él, sino a ti mismo.

Me parecieron tan sabias que se me quedaron grabadas en el pensamiento. Apliquémonos el cuento. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a nadie? Una persona a la que quiero mucho, llena de sabiduría de la vida porque la misma vida no le ofreció otras oportunidades, siempre dice: vive y deja vivir. ¿Por qué no haremos esto: dejar vivir?


Así que participaré de la tradición india con la familia que me ha acogido. Me apetece mucho. Y rezaré por mis seres queridos que están lejos. Espiritualidad mejor que religiosidad, en mi opinión. El martes celebraremos el Diwali todos juntos, Sijs, hindúes y yo, una cristiana. ¡Qué buena mezcla!


La Luz está llegando. Dejémosla entrar.
 




miércoles, 17 de octubre de 2012

KHANDALA Y BOMBAY




Hace una semana que volvimos de nuestro viaje y por fin
tengo algo de tiempo para escribir.



El 1 de octubre muy temprano partimos hacia Delhi 49 alumnos y  4 profesores. Cuando vi el autobús sin aire acondicionado pensé que sería una aventura más. Yo ya conocía el camino pero en un autobús con AC y durante cinco horas, no siete. Como todos íbamos muy positivos con el viaje, esto fue una simple anécdota a la ida. Distinto sería a la vuelta cuando todos estábamos muy cansados y deseando de llegar.


Tras las siete horas de camino y alguna que otra parada para comer, llegamos a la estación de tren H. Nizzamudim de Delhi. Allí tomamos un tren a las cinco de la tarde que nos dejaría en Bombay 17 horas después. El tren fue toda una aventura. Teníamos billetes de tercera clase AC, que está bastante bien. La diferencia con la primera y la segunda clase AC es el número de literas, según me contaron. Cuatro para la segunda clase y dos para la primera. En esta, además el baño está dentro del compartimento. Cada vagón tenía unos cuantos compartimentos con ocho camas cada uno, seis en el compartimento propiamente dicho y dos en el pasillo. No había puertas y por las noches la intimidad te la daban unas cortinas que cada uno podía correr en su litera.


   En cuanto subimos nos ofrecieron una especie de merienda que consistía en un sándwich, un zumo y algo frito indio que yo nunca como porque no puedo con el picante. Dos horas después una sopa y enseguida la cena: veg or not veg, porque aquí la mayoría de la gente es vegetariana por cuestiones religiosas. La mayoría practica el Hinduismo aunque en el Punjab, predomina la religión Sij. Lo cierto es que hambre no pasamos en ningún momento. A continuación, antes de dormir, te ofrecen un té o chai y un café. El chai es el té indio y reconozco que me encanta. Tiene té, leche, azúcar, cardamomo, clavo y jengibre. Espero poder prepararlo en España algún día a mi vuelta.

Algunas chicas en el tren...

Los chicos iban entusiasmados con la novedad del tren y jugaban a las cartas o charlaban entre ellos. Muchos se venían a charlar con nosotros, los profesores. Las bromas estaban a flor de piel en cualquier momento, compartidas incluso por otros viajeros que ocupaban asientos en los mismos vagones. La gente, en general, era bastante comprensiva con nosotros. Y debo reconocer que hacíamos bastante ruido.

Los chicos de Morris...


A la mañana siguiente llegamos a la estación Central de Bombay. Y allí nos esperaba André Morris y dos chicos de su equipo que nos acompañarían hasta Khandala y organizarían las actividades para los siguientes días. Se consiguió el efecto esperado. Los tres con pantalones militares, botas y gorras y con un tono de voz bastante autoritario. El impacto era evidente. Nada que ver con la realidad posterior pues André es una de las personas más educadas, respetuosas, amables, inteligentes… que he conocido en este viaje. A los chicos se los metió en el bolsillo enseguida. Los profesores casi desaparecimos porque las instrucciones las daban ellos y a ellos obedecían.

Khandala ha sido lo mejor del viaje para mí. Se trataba de un convento cristiano católico donde solo había unas cuantas religiosas y estaba en medio de la montaña. A penas vimos a alguna sister los días que estuvimos allí. Fue genial para los chicos. Era una especie de campamento donde cocinaban, limpiaban, hacían actividades al aire libre, juegos, una marcha por las montañas… Y yo participaba en todo lo que podía. Aprendían a ser autosuficientes, a compartir, a respetar lo de los otros…a vivir en comunidad. Me aventuraría a decir que fue algo así como una iniciación a los scouts. Que me perdonen los entendidos.

                                                   
Algunas fotos de las actividades...
















Por lo que observo, la comunidad en India parece que no existe más allá de la familia o los amigos. Eso sí, la familia es intocable. Y se ayudan muchísimo entre ellos.  El concepto de bien común con el resto de la sociedad es diferente al que tenemos nosotros en España. En mi opinión, aún tiene mucho que evolucionar. También es cierto que si alguien no está bien como ente individual es muy difícil que piense en el bien común. Una vez leí que lo primordial era satisfacer las necesidades básicas propias, llamémoslas leche como Erich Fromm. Sin leche suficiente es imposible pensar en la miel o en el bien común que estamos comentando. Puede que parte de esta reflexión sea una causa de lo que sucede en India.


Bombay es una gran ciudad repleta de rascacielos, de gente y con grandes dificultades para mantener la limpieza. Eché de menos las calles de Delhi, sin olvidar que hablamos de un país como India.  En Bombay, las diferencias entre ricos y pobres son aún mayores que en otras ciudades. La industria de Bollywood está allí y se esperaría mayor desarrollo. Aparentemente así es, solo que los pobres son más pobres. Hacía un calor insoportable y el hedor de la basura era insufrible. Sin embargo, solo por Isla Elefanta mereció la pena la visita. Allí se encuentran unas cuevas en las que se excavaron templos a los dioses y los monos son los amos de la zona. Es una verdadera maravilla. Y el paseo en barco desde Gate of India fue muy relajante y refrescante. Un amigo me explicó que se llama así para diferenciarla de India´s Gate que se encuentra en Delhi.







Después de dos días en Bombay y unas cuantas compras para los amigos y la familia, regresamos a Patiala haciendo el camino inverso. Solo que esta vez no vi lágrimas en los ojos de algunas madres, lo que me asombró a la ida, sino muchas sonrisas y abrazos.

domingo, 23 de septiembre de 2012

TEACHER´S DAY (5 DE SEPTIEMBRE)




Este día me sorprendió enormemente. En Patiala es un día festivo pero todos acuden a la escuela. No se dan clases, sino que se celebra el día. En el High School primero hubo algunas representaciones de los alumnos con bailes regionales del Punjab y después baile desenfrenado para todos en el patio. Se contrataron un par de horas de música para los chicos y las profesoras, porque no bailaba ningún profesor, y el sonido era ensordecedor a pesar de que estábamos al aire libre. Fue realmente divertido. Sudábamos constantemente y el calor era insoportable, sin embargo, nadie dejaba de bailar. Los alumnos te llamaban a su grupo de amigos a cada momento y  entregaban tarjetas, flores, chocolatinas, bolígrafos… a los  profesores que les apetecía. 

Los alumnos estaban llenos de vida, desbocados, saltando, bailando como locos, felices y disfrutando muchísimo. Y yo no os digo cuánto. No pude evitar acordarme de mis alumnos españoles. Les habría encantado participar y seguro que se habrían sorprendido viéndome... Un abrazo enorme para ellos desde India.

Algunas muestras del día...










lunes, 3 de septiembre de 2012

DIFERENTES MOMENTOS



Me asombra la capacidad de trabajo y las ganas de aprender de esta gente. Con este clima se hace insufrible preparar clases, impartirlas o corregir en casa. Todos sudamos continuamente, las gotas de sudor resbalan por nuestro cuerpo, rostro, manos, brazos… Lo cierto es que hay poco entretenimiento. La vida se hace en las casas, así que la mejor manera de ocupar el tiempo es trabajando, estudiando… aprovechando cada minuto para superarse a uno mismo. La única forma de divertirse es asistir al cine o reunirte en casa de algún amigo. Así que el escaso tiempo libre que se tiene se dedica a situarse debajo de un ventilador o en una habitación, si eres muy afortunado, con aire acondicionado.

Me he propuesto vestir lo más parecido posible a las mujeres de Patiala. Así que me he  ido comprando algunas prendas de vestir. Hoy ha sido distinto porque he comprado unas telas para que un sastre me haga un traje típico de Patiala. Fui con dos profesoras del colegio muy amables y me enseñaron todos los entresijos del viejo mercado. Me alegró comprobar que las mujeres somos iguales en todas partes. Vimos diferentes tiendas, diferentes modelos… compramos cada cosa en su sitio. La tela del pantalón y del kurta en una tienda, el pañuelo a juego en otra y una especie de ribete para el kurta, también a juego, en una especie de mercería. Si no había más de doscientos modelos y colores, no había ninguno. Fueron unos momentos culturales de los más agradables y entrañables desde que llegué. Finalmente dejamos las compras en manos del sastre y me dijeron que estaría al día siguiente, como todo en India. La realidad es bien distinta y cuando oigo eso ya sé que tardará más o menos una semana.

He pecado de listilla y realmente el traje completo ha tardado solo dos días en llegar a mis manos. Ya lo he estrenado y los cumplidos de las profesoras me han hecho reír. Les extraña que me vista como ellas porque soy occidental. A ellas les gustaría vestir como nosotras… En fin, nos sorprende siempre lo  desconocido y nos gusta cambiar. A mí me parecen unos trajes muy elegantes y con unos colores preciosos.

Ayer resultó ser un día diferente en mis hábitos diarios. Me sugirieron asistir a la Universidad del Punjab de visita cultural con los alumnos. Sin dudarlo acepté. La visita consistía en el Museo de Artes y el Jardín botánico. El clima nos acompañó todo el tiempo porque había estado lloviendo durante la noche y refrescó considerablemente.
Para mi sorpresa fue bastante interesante contemplar las costumbres y tradiciones del Estado del Punjab. Por lo que observo desde que estoy aquí, tienen un alto sentido nacionalista. Son realmente muy patrióticos y están muy orgullosos de ello. El Jardín botánico es realmente precioso. No tiene nada que envidiar a cualquier otro de cualquier país occidental.

La escuela tiene autobuses propios que los alumnos y profesores utilizan en sus desplazamientos diarios y en las salidas escolares. Los jueves suelo venirme en uno de ellos que sale del Junior School. El recorrido es muy variopinto y hoy he observado algunos hombres haciendo sus necesidades en la orilla de lo que denominaríamos río. Parece una costumbre habitual entre algunos, yo diría que entre las castas más pobres. Habitualmente observo a niños muy sucios, rapados por miedo a los piojos, a personas mayores en cuclillas con la tristeza marcada en su rostro y el corazón roto en su mirada. Cercano a este mundo me encuentro con mi realidad, que se desarrolla en paralelo, sin cruzarse con el otro paisaje. Los alumnos del British School son privilegiados porque sus padres les proporcionan una educación privada, con profesionales, con oportunidades… para tener una vida mejor. Sin embargo, este mundo de oportunidades, del que participo, no es para todos, es excluyente y solo para unos pocos. ¿Cómo puede existir aún esta discriminación?



En el jardín botánico de Patiala con una de las profesoras.


lunes, 6 de agosto de 2012

DIEZ DíAS DESPUÉS

Después de diez días en esta ciudad ya tengo más o menos mis directrices de este curso. Aquí no existe el concepto occidental de fin de semana. Así que trabajaré seis días a la semana repartidos entre el High School y el Júnior School. Tres días en semana recibo clases de yoga al alba y clases de inglés por la tarde. Voy al yoga en bicicleta y es muy divertido. Estoy disfrutando mucho.

Uno de los cambios más grandes que observo es el respeto generalizado de las personas. Sobretodo a los mayores, sean padres, familiares, conocidos o profesores. Me hace reflexionar sobre qué nos está sucediendo a los occidentales, que nos creemos superiores y estamos perdiendo los valores básicos para ser felices de verdad. Y no que sólo pensamos en una felicidad superflua que sirve de escudo para protegernos no sé de qué. Si tuviéramos esos principios claros no viviríamos con tanto miedo. Aquí la gente es feliz, muy feliz y muy agradecida. ¡Cuánto tenemos que aprender de ellos!

miércoles, 25 de julio de 2012

 A PUNTO DE COMENZAR...

Mi aventura india está a punto de comenzar... Ya quedan menos de veinticuatro horas para mi vuelo y creo que he conseguido hacer lo que tantos me habéis animado: un blog. Veremos al final de estos diez meses cómo resulta mi atrevido experimento. Así que desde aquí os agradezco vuestro ánimo a amigos, conocidos y familiares y, por supuesto, os animo a participar a todos.

Patiala es una ciudad del estado de Punjab, al noroeste del país, cuya capital es Chandigar. Se sitúa al sur de esta ciudad a unos trescientos kms de Delhi, aunque no podamos observarla en este mapa. Allí es hacia donde me dirijo... Allá voy...