El martes celebraremos en India el día de la Luz. Es la fiesta más importante y las casas se llenan de luces para atraer la buena fortuna. Es algo parecido a nuestra Navidad. Las familias se reúnen, rezan juntas, hacen ofrendas a sus dioses, comen juntas, estrenan ropas nuevas. Los días anteriores las casas se preparan para ese día: se limpian con esmero, se adornan con velas y antorchas, se cocinan dulces y comida especial.
Más de una vez me he sorprendido escuchando la misma pregunta: ¿estás aquí sola? ¿Y tu familia? Cuando les respondo que están todos en España, me miran con tristeza, casi con lástima, diría yo. Para ellos es inconcebible estar lejos de los seres queridos, de la familia, de los amigos… Si ellos supieran la de personas solas que hay en España y no hablo solo de presencia física, me refiero a la incomprensión, a la incomunicación, a la falta de afecto, de respeto… ¿quiénes somos nosotros para juzgar a nadie? En una iglesia católica de Bombay, leí desde el autobús, en un cartel enorme que había en la entrada, algo así como no juzgues a nadie porque tus palabras no lo definen a él, sino a ti mismo.
Me parecieron tan sabias que se me quedaron grabadas en el pensamiento. Apliquémonos el cuento. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a nadie? Una persona a la que quiero mucho, llena de sabiduría de la vida porque la misma vida no le ofreció otras oportunidades, siempre dice: vive y deja vivir. ¿Por qué no haremos esto: dejar vivir?
Así que participaré de la tradición india con la familia que me ha acogido. Me apetece mucho. Y rezaré por mis seres queridos que están lejos. Espiritualidad mejor que religiosidad, en mi opinión. El martes celebraremos el Diwali todos juntos, Sijs, hindúes y yo, una cristiana. ¡Qué buena mezcla!
La Luz está llegando. Dejémosla entrar.
Más de una vez me he sorprendido escuchando la misma pregunta: ¿estás aquí sola? ¿Y tu familia? Cuando les respondo que están todos en España, me miran con tristeza, casi con lástima, diría yo. Para ellos es inconcebible estar lejos de los seres queridos, de la familia, de los amigos… Si ellos supieran la de personas solas que hay en España y no hablo solo de presencia física, me refiero a la incomprensión, a la incomunicación, a la falta de afecto, de respeto… ¿quiénes somos nosotros para juzgar a nadie? En una iglesia católica de Bombay, leí desde el autobús, en un cartel enorme que había en la entrada, algo así como no juzgues a nadie porque tus palabras no lo definen a él, sino a ti mismo.
Me parecieron tan sabias que se me quedaron grabadas en el pensamiento. Apliquémonos el cuento. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a nadie? Una persona a la que quiero mucho, llena de sabiduría de la vida porque la misma vida no le ofreció otras oportunidades, siempre dice: vive y deja vivir. ¿Por qué no haremos esto: dejar vivir?
Así que participaré de la tradición india con la familia que me ha acogido. Me apetece mucho. Y rezaré por mis seres queridos que están lejos. Espiritualidad mejor que religiosidad, en mi opinión. El martes celebraremos el Diwali todos juntos, Sijs, hindúes y yo, una cristiana. ¡Qué buena mezcla!
La Luz está llegando. Dejémosla entrar.