lunes, 3 de septiembre de 2012

DIFERENTES MOMENTOS



Me asombra la capacidad de trabajo y las ganas de aprender de esta gente. Con este clima se hace insufrible preparar clases, impartirlas o corregir en casa. Todos sudamos continuamente, las gotas de sudor resbalan por nuestro cuerpo, rostro, manos, brazos… Lo cierto es que hay poco entretenimiento. La vida se hace en las casas, así que la mejor manera de ocupar el tiempo es trabajando, estudiando… aprovechando cada minuto para superarse a uno mismo. La única forma de divertirse es asistir al cine o reunirte en casa de algún amigo. Así que el escaso tiempo libre que se tiene se dedica a situarse debajo de un ventilador o en una habitación, si eres muy afortunado, con aire acondicionado.

Me he propuesto vestir lo más parecido posible a las mujeres de Patiala. Así que me he  ido comprando algunas prendas de vestir. Hoy ha sido distinto porque he comprado unas telas para que un sastre me haga un traje típico de Patiala. Fui con dos profesoras del colegio muy amables y me enseñaron todos los entresijos del viejo mercado. Me alegró comprobar que las mujeres somos iguales en todas partes. Vimos diferentes tiendas, diferentes modelos… compramos cada cosa en su sitio. La tela del pantalón y del kurta en una tienda, el pañuelo a juego en otra y una especie de ribete para el kurta, también a juego, en una especie de mercería. Si no había más de doscientos modelos y colores, no había ninguno. Fueron unos momentos culturales de los más agradables y entrañables desde que llegué. Finalmente dejamos las compras en manos del sastre y me dijeron que estaría al día siguiente, como todo en India. La realidad es bien distinta y cuando oigo eso ya sé que tardará más o menos una semana.

He pecado de listilla y realmente el traje completo ha tardado solo dos días en llegar a mis manos. Ya lo he estrenado y los cumplidos de las profesoras me han hecho reír. Les extraña que me vista como ellas porque soy occidental. A ellas les gustaría vestir como nosotras… En fin, nos sorprende siempre lo  desconocido y nos gusta cambiar. A mí me parecen unos trajes muy elegantes y con unos colores preciosos.

Ayer resultó ser un día diferente en mis hábitos diarios. Me sugirieron asistir a la Universidad del Punjab de visita cultural con los alumnos. Sin dudarlo acepté. La visita consistía en el Museo de Artes y el Jardín botánico. El clima nos acompañó todo el tiempo porque había estado lloviendo durante la noche y refrescó considerablemente.
Para mi sorpresa fue bastante interesante contemplar las costumbres y tradiciones del Estado del Punjab. Por lo que observo desde que estoy aquí, tienen un alto sentido nacionalista. Son realmente muy patrióticos y están muy orgullosos de ello. El Jardín botánico es realmente precioso. No tiene nada que envidiar a cualquier otro de cualquier país occidental.

La escuela tiene autobuses propios que los alumnos y profesores utilizan en sus desplazamientos diarios y en las salidas escolares. Los jueves suelo venirme en uno de ellos que sale del Junior School. El recorrido es muy variopinto y hoy he observado algunos hombres haciendo sus necesidades en la orilla de lo que denominaríamos río. Parece una costumbre habitual entre algunos, yo diría que entre las castas más pobres. Habitualmente observo a niños muy sucios, rapados por miedo a los piojos, a personas mayores en cuclillas con la tristeza marcada en su rostro y el corazón roto en su mirada. Cercano a este mundo me encuentro con mi realidad, que se desarrolla en paralelo, sin cruzarse con el otro paisaje. Los alumnos del British School son privilegiados porque sus padres les proporcionan una educación privada, con profesionales, con oportunidades… para tener una vida mejor. Sin embargo, este mundo de oportunidades, del que participo, no es para todos, es excluyente y solo para unos pocos. ¿Cómo puede existir aún esta discriminación?



En el jardín botánico de Patiala con una de las profesoras.


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