martes, 23 de abril de 2013

LA CLAVE


La semana pasada celebramos la fiesta de fin de curso. Este día se reparten los premios deportivos y académicos a todos los alumnos del colegio. Siempre hay alguna autoridad invitada que los reparte y se hace una fotografía con cada alumno. Sí, con cada alumno. Y en este marco celebramos nuestra Feria particular, donde la cultura española fue la protagonista con baile y cante por sevillanas. Unos cuarenta alumnos cantaron las sevillanas de El Mani, Unas sevillanas son, y un grupo de quince parejas bailaron las de los Cantores de Hispalis, A bailar.

                                 

Lo cierto es que se presentaba todo un reto cuando lo planifiqué. Cantar parecía fácil pero bailar…eso ya era harina de otro costal, como diría Sancho. Y yo quería que bailaran chicos y chicas juntos, lo cual no era fácil en un país como India. Todavía recuerdo las sonrisitas y las miradas de los niños el primer día que decidimos las parejas. ¿Y cómo explicarles que las sevillanas son un baile de seducción? Bien, pues no se lo expliqué, al menos no explícitamente. Gratamente comprobé que las sonrisitas no pasaron del  primer día  y que se tomaban muy enserio los ensayos y mis consejos.






En mi opinión, una de las partes más difíciles de aprender para las chicas es el movimiento de los brazos y las manos porque guían el movimiento de todo el cuerpo. Realzan la belleza del baile y el contoneo del cuerpo femenino. Así que les insistí mucho en ello y en la coordinación con la música. Una música que también les era completamente nueva.
Mi sorpresa fue enorme porque aprendían rápidamente. Los ensayos cada día eran mejores. Con el poco tiempo que teníamos debía decidir si  bailar las cuatro sevillanas o no. Así que decidí que era mejor lo poco y bien hecho que lo mucho y mal. Sobre todo porque era algo novedoso para ellos y debían sentirse seguros en el escenario. Tenían que saber que lo hacían bien y sentirse felices por ello. Y en eso me centré en los ensayos.






El alumno debe saber que su profesor confía en él, que cree en él, que estamos para ayudarlo. No importa la edad. Cada etapa tiene su dificultad porque el desarrollo evolutivo es diferente. Esto lo sabemos perfectamente pero creo que no siempre lo conseguimos transmitir.






Y finalmente, llegó el día de la verdad. Los cantantes de azul y los bailarines de rojo. Los vestidos eran alquilados a un sastre y el diseño cortesía de una servidora. Comprobé que es muy difícil cambiar la visión que los indios tienen de España. Y que a los chicos les gusta maquillarse en las funciones tanto como a las chicas.

El esfuerzo mereció la pena en todos los sentidos y me sentí muy orgullosa de lo que habían conseguido.  Mostrémosles el camino y ellos lo recorrerán solos.

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